Por Carlota Díez Rico. Colegiada 52838. Educadora Física.
“Ya no tengo edad para hacer ejercicio” es la frase más escuchada por los entrenadores personales cuando hablamos con personas mayores sobre su práctica deportiva y su condición física. A menudo nos encontramos una negativa rotunda hacia el comienzo de un programa de ejercicio físico para su salud.
Cuantos más años cumplimos, más nos debemos mover, es ley de vida, ya que nuestro cuerpo requiere más tiempo y más cuidados para preservar un estado de salud óptimo. Mantener la forma física no solo es salud, sino que significa evitar la dependencia.
A nadie le gustaría acabar dependiendo de sus hijos, de un enfermero o de un cuidador, ¿verdad? Los entrenadores estamos comprometidos con el reto de disminuir las tasas de dependencia a través del ejercicio físico, ya que nuestra herramienta de trabajo es una de las claves.
La dependencia en personas mayores viene dada por la fragilidad que, aunque no se conozca demasiado entre la población general, es un síndrome en el que confluyen una serie de situaciones como disminución de la fuerza o reducción de la velocidad de la marcha.
Según todos los expertos, la medicina más potente para la fragilidad es el ejercicio físico, ya que mejorar los niveles de condición física ayudará a aumentar la velocidad de la marcha y la fuerza muscular.
Pero, además de esto, ¿qué implica la fragilidad?
Caminar despacio se ha asociado a un mayor riesgo de caídas, y también puede ser condición de un bajo nivel cardiorrespiratorio. Esto último tiene como consecuencia un funcionamiento reducido de las capacidades del corazón, con lo cual el riesgo cardiovascular también se ve aumentado.
Por otra parte, menor fuerza muscular es uno de los factores de la presarcopenia, que finalmente también se le sumará la reducción de la masa muscular, para llegar a un estado propio de sarcopenia. La reducción de la masa muscular implica menor capacidad de movimiento frente a una carga. Pero también aumenta el riesgo de osteoporosis, con lo cual nos lleva de nuevo a otro estado en el que el riesgo de caídas es grande.
Con lo cual, la fragilidad conlleva dependencia, y esto es consecuencia de una serie de factores que podrían haber sido evitados con la implementación adecuada de un programa de ejercicio físico seguro, enfocado a aumentar la capacidad cardiorrespiratoria, pero sobre todo con un claro componente de fuerza para preservar y aumentar la masa muscular.
Solo caminar, no es suficiente… Por eso en F.A.S.T. enfatizamos en la práctica de ejercicio en población mayor. De hecho, gran parte de las evidencias científicas sobre Electroestimulación Integral Activa tienen como población diana personas mayores. Se ha demostrado que esta herramienta puede representar un complemento, e incluso una alternativa, como destacan Kemmler y sus compañeros, para personas mayores.
¿Después de leer esto sigues creyendo que ya no tienes edad para practicar ejercicio?
Está en tus manos seguir a la deriva hacia la dependencia o tomar una decisión responsable y cuidar de tu salud.